miércoles, 15 de julio de 2015

Una película de género griego





Tom Hagen (Robert Duval) viaja a Hollywood por encargo de Don Corleone para hacer “una oferta que no podrá rechazar” al productor Jack Woltz (John Marley). Quiere que su ahijado salga en una de sus películas. Primero Woltz desprecia con vehemencia la propuesta, después accede a cenar con Hagen pero manteniendo la negativa y finalmente acepta el encargo sin negociar después de despertarse con la cabeza de su mejor caballo en la cama. No sabemos que habrán dejado los enviados de la Unión Europea en la cama de Alexis Tsipras, pero el hecho es que en pocos días el aún primer ministro griego no sólo ha cambiado de opinión sino que, después de despertarse de un extraño sueño, está defendiendo justo lo contrario de lo que decía que iba a hacer.



La lección cruda y magistral de esa obra culminante del cine que es ‘El Padrino’ concluye que con fuerza y dinero se puede conseguir casi todo. El guion escrito a continuación debería recordar que quien no tiene ninguna de las dos cosas y sólo le quedan deudas deberá  pedir un nuevo rescate a Bruselas y atenerse a las consecuencias. En apenas unos días Tsipras ha caído del Olimpo de los luchadores por la justicia social al averno de los colaboracionistas con el enemigo capitalista, después de darse un baño de realidad en la cama que le han hecho en Bruselas.  Pero “El Hotel de los Líos” se complicó aún más desde que “El Diablo Dijo No” a la pregunta planteada en referéndum que posiblemente sólo tendría sentido entre los diálogos de alguna película de los Marx (los hermanos, no el autor de El Capital), porque ninguna “parte contratante de la segunda parte” sabía exactamente a donde le llevaría el contrato excepto el propio Tsipras, claro. Emulando al Tony Curtis de “Trapecio” intentó conseguir el triple salto mortal sin red, pero en lugar de lanzarse él lo que hace es dejar caer a todos sus votantes. Un Hamlet sin cuestión que decidir porque han decidido por él. Después de sacar pecho exhibiendo su pedigrí griego ha reconocido que no es de la misma Atenas sino de un recóndito lugar del Peloponeso, culminando una tragedia nada sofista donde vuelve a triunfar la naturaleza de las cosas, contra la cual nada se puede hacer dentro del determinismo histórico más prosaico que enlaza con los augurios del marxismo (el de Karl). Cine negro, comedia del absurdo, tragedia, aventura, incluso ciencia ficción se unen en un complejo guion cuyo argumento podría firmar el mismísimo Terrence Malick en una secuela de "El Árbol de la Vida". Porque ya lo decía Groucho (Marx) “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.” Que bien traído. De todas formas en las películas más comerciales el bien siempre acaba triunfando sobre el mal. Ya veremos quien escribe el The End en esta película de género griego y presupuesto infinito.